miércoles, 24 de abril de 2013

Cyadorn.

Ciudad de hueso,
con férreo esqueleto.
Resto de la ciudad diezmada
devorada por las llamas.

Tú, sueño de ébano agrietado,
mal sueño de rojo veteado.
Tu esqueleto  es acero retorcido,
y tu corazón recuerdos perdidos.

Hace eones esta ciudad vivía,
hoy teje la Parca una madeja sombría.
Hecha con despojos, escombros y ceniza,
que sobre toda la ciudad se cierne.

Unas calles de mármol pulido
forman un intrincado dédalo
de metal, piedra y carne,
presidido por cadáveres.

La mitad de aquel infierno,
de aquel dantesco espectáculo,
no era más que un templo
rematado en un tosco pináculo.

Henchido estandarte del Caos era
aquel edificio coronado con una cruz
rezumante de malicia y saña,
y como sombras huyendo de la luz
pululaban dentro las arañas.

Un lamento dentro se escuchaba,
el cántico de los condenados
dirigiéndose al altar de chapa
y adorando al dios que los condenaba.

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